PSICOTERAPIA
INTEGRATIVA Y TRANSPERSONAL
 
 
 
 
 

Sufismo, una realidad esclarecida

Por Carlos Velasco Montes. Psicólogo

 
         
 

 

   

Introducción

Legado andalusí

En defensa del Sufismo

Influencia del Sufismo en Oriente y en Occidente

La espiritualidad en la vida cotidiana

Origen del Sufismo

Qué es el Sufismo

Ordenes sufíes (tariqas)

Algunos de los primeros sufíes

Métodos, técnicas y prácticas sufíes.

 

Introducción

El objetivo del Sufismo, Tasawwuf, es el conocimiento de uno mismo. Hay un dicho del profeta Muhammad (s.a.w.s), la paz sea con él, que dice: “Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor”. Existen tres conocimientos: el conocimiento de uno mismo, el conocimiento de la creación y el conocimiento de Allah. Tenemos acceso a estros tres conocimientos en las transacciones cotidianas.

Un gran sufi dijo: “Hoy el Sufismo es un nombre sin realidad, mientras que antaño era una realidad sin nombre”. Lo que era el Sufismo no se conocía con tal nombre en tiempos del Profeta (s.a.w.s), ni en las dos generaciones posteriores, pero la realidad de lo que el Sufismo significaba estaba vigente en su más elevada cota en la vida del Mensajero de Allah (s.a.w.s.) y de sus nobles Compañeros, que Allah esté complacido con todos ellos.

 

Ahora existe el nombre, pero su realidad se ha desvanecido en parte. En verdad, se puede aseverar que lo que se empezó a llamar Sufismo, a partir del siglo VIII, era el legado del Profeta Muhammad (s.a.w.s.).

 

Legado andalusí

La Península Ibérica fue durante más de ocho siglos musulmana y, por lo tanto, sufí. Eso implica un legado de lo más enriquecedor en las ciencias más variadas; desde la ciencia de la astronomía a la ciencia de los estados espirituales. Este legado histórico se nos ha negado desde el tiempo de la conquista de Granada (1492); fue amputado de manera brutal y, a partir de entonces, la realidad histórica de España ha sido incompleta y tergiversada.

No podemos comprender el “ser español”, si no admitimos que gran parte de lo que somos ha sido gracias al legado de al-Andalus. Nos habría ido mejor de no haber rechazado frontalmente ese legado y extirpado ese gran conocimiento, que fue luminaria para Europa y el Mundo Occidental y Oriental.

 

En defensa del Sufismo

El Islam no está en contra del Sufismo, ni el Sufismo en contra del Islam. Si decimos que el Sufismo es una alternativa al Islam, es absurdo. El Sufismo es la esencia y la espiritualidad del Islam, es el néctar contenido en la copa, pero sin la copa, el néctar se derramaría, disolviéndose. (Shariah y Haqiqa deber ir a la par).

 

El Sufismo sería, por lo tanto, el desarrollo completo de la vida espiritual de los musulmanes y nunca un sistema desviado de la Shariah, jurisprudencia islámica. Esta observación es muy importante para aquellos que se sienten atraídos por el aura de misticismo que envuelve ciertas prácticas sufíes, pero que no las vinculan a la vida cotidiana de los musulmanes y a las obligaciones con su fe.

 

Algunos versículos del Corán más representativos de la gnosis del Sufismo fueron revelados en Medina. Y aunque se diera un desarrollo formal del Sufismo en los siguientes siglos, ello no alteró los “elementos esenciales” del mismo. Muchos versículos del Corán incluyen prescripciones de prácticas espirituales, tales como la contemplación, la meditación, la auto-observación, el examen de conciencia, el trabajo con el ego (nafs en árabe), el recuerdo y la adoración a Allah; todas ellas encaminadas a la purificación del ego, la apertura del corazón y el encuentro con Allah. El Sufismo sería entonces el desarrollo completo de la vida espiritual de los musulmanes y no una doctrina esotérica desviada de la Ley Islámica (Shariah).

 

El Sufismo tiene un nexo claro con el Profeta (s.a.w.s.), mencionándose en el Corán y en la Sunna (los dichos del Profeta). Ibn ´Ayiba dijo: “El fundador del Sufismo fue el Profeta mismo (s.a.w.s.); fue Allah quien se lo enseñó a través de la inspiración”. El Sufismo es el Islam en sus raíces, es la renovación constante del primer momento del Islam. Muchos musulmanes son sufíes, todo sufí verdadero es musulmán.

 

Los sufíes se podrían clasificar en tres apartados: el primero es el de los sufíes de las Realidades, el segundo el de los que residen en madrasas o escuelas y que no tienen por qué pertenecer necesariamente al grupo primero, y el tercero son los sufíes en apariencia (su interés reside tan sólo en llamarse sufíes o vestir como ellos).

 

Islam y Sufismo es moderación en todo, es seguir la vía del sendero del centro y no desviarse de la Realidad. El Profeta de Allah (s.a.w.s.) dijo: “No he sido enviado a vosotros sino para perfeccionar vuestras condiciones de carácter”. La ciencia del ego, yo, personalidad o carácter, es la piedra angular del Sufismo, gracias a la cual el buscador transforma su carácter y subyuga el ego al corazón.

 

El Islam enseña que no se trata de vivir del mito ideal de felicidad programada para ser feliz en la otra vida, mientras que en esta se vive como si fuera un valle de lágrimas y de mortificación por la exculpación de algo que no se ha cometido. Tampoco se vive en el Islam con la mirada en este mundo sin poner el corazón en el otro. Lo esencial del Islam y del Sufismo es el proyecto del conocimiento de este mundo (Dunia) y el disfrute de él, así como prepararse para el otro mundo (Ájira). La vida en este mundo cobra un significado completo cuando el planteamiento de todo lo que se haga sirva para el otro mundo, el mundo que se despliega después de la muerte física.

 

El Sufismo es yihad que significa por lo general “esfuerzo”, “lucha”. Es perseverar en el esfuerzo por desprenderse de las impurezas del ego y vestirse con las cualidades nobles, tanto en la guerra interna como en la externa. Es ser guerrero de lo interno, en la guerra mayor (yihad kabir), en la que se confronta con los aspectos negativos de su enemigo interior que no es otro que el ego (nafs) y lo somete al corazón; es ésta una lucha por lo espiritual y es, sin duda, esta guerra mayor la declaración de guerra más importante para el sufí, ya que para alcanzar la paz dentro de sí mismo tiene que esforzarse en una guerra justa contra las partes negativas del ego, tratando de educarlo y amaestrarlo y ponerlo al servicio del corazón. La otra guerra, la menor (yihad sagir), es la externa, en donde se lucha, en defensa propia, por la consecución de la justicia y la paz social.

 

El Sufismo es una vía espiritual, material y social, en la que no hay una renuncia a la vida. Es un asunto práctico de adoración a Allah y no a nuestro ego narcisista. El sufí es el que trata de vivir en la vida cotidiana lo que Allah le ha decretado y para ello necesita esforzarse para alcanzar las Luces de Allah. Es como la abeja que, para lograr la miel, tiene que hacer el esfuerzo de ir en busca del polen. El Mensajero de Allah, (s.a.w.s), transmitió en hadiz qudsi, las palabras de Allah, Glorificado sea:Si mi siervo se acerca a Mi la distancia de un antebrazo, yo me acerco a él la distancia de un brazo, y si viene hacia Mí andando, Yo me dirijo hacía él corriendo...”.

 

El Sufismo del que hablamos es el Sufismo tradicional en su forma más pura, el de la espiritualidad musulmana, que nada tiene que ver con un Sufismo “amoroso”, “universalista”, “poético” y muy a la espiritualidad de la “New Age” difundido por Occidente. Estos grupos pseudo-sufíes, “profesionales esotéricos” son aficionados a ciertas técnicas y, creyéndose expertos, explotan la necesidad y la ingenuidad de la gente que se acerca a ellos, desnaturalizando y confundiendo la realidad del Sufismo; y aunque tengan un gran deseo de saber y buenas intenciones, lo cierto es que provocan extravío, ya que es imposible desvincular el Sufismo de Islam.

 

El Islam, el único Islam, el auténtico Islam, no es el “Islam” reconfigurado por el colonialismo, ni es el “Islam oficial”, ni es una religión monoteísta. El Sufismo no es una “secta secreta” del Islam, ni tiene una “elite espiritual”, ni es “esoterismo”, “ocultismo”, “masonería” del Islam, o un asunto de catarsis emocional.

 

El Sufismo tiene unos fundamentos sólidos, mal llamados dogmas. Los sufíes no son ascetas ni adoradores de tumbas. El sufí es un buscador en la vida cotidiana, que forma una familia y procura el sustento para ella en plena integración en el medio social en el que vive. Y, aunque existe el retiro espiritual (halwa), éste consiste en períodos de tiempo determinados, necesarios para la concentración y reflexión. Las órdenes sufíes (táriqas) no son organizaciones cerradas, secretas. El Sufismo no es metafísica como la entendían los autores clásicos, ni surgió como consecuencia de la filosofía neoplatónica como propugnan algunos autores orientalistas.

 

Tampoco el Sufismo puede definirse como “misticismo islámico”, porque el término “mística” no engloba todas las expresiones que ha asumido el Sufismo, ya que el término “mística” se podría definir como purificación, ascesis y experiencia visionaria, definición que se excede en espiritualidad pero carece de mundanidad; demasiado cielo o demasiada tierra es contraproducente. Por eso se dice que el sufí está en el mundo, pero no es del mundo, no está apegado a él y vive con los pies bien puestos en la tierra. El Sufismo engloba, además de lo espiritual, la forma social, la defensa de la comunidad y la justicia social.

 

Influencia del Sufismo en Oriente y en Occidente

El Desconocimiento del Islam y del Sufismo que predominó en Occidente fue debido a prejuicios y temores. Durante muchos siglos, el legado del Sufismo, que se encuentra extendido desde al-Andalus hasta Malasia, se ha mantenido oculto a la mayoría de la población, por considerarse un grave peligro su difusión y conocimiento.

 

La enseñanza del Sufismo viajó desde su lugar de origen, Arabia, hacia Oriente (primero Mesopotamia y Persia, actuales Irak, Siria e Irán, y seguidamente hacia la península de Anatolia, el Cáucaso y Asia Central; continuando su camino de expansión hacia India, Sri Lanka Indonesia y Malasia) y Occidente (Egipto y todo el norte de África, para continuar su difusión hacia el África subsahariana en lugares tan diversos como Somalia, Zanzíbar, Nigeria, Malí y un largo etcétera).

 

En todos estos lugares de Oriente y Occidente se fueron configurando órdenes sufíes, como la orden Naqshbandi en el Cáucaso y Asia Central, la Chishti en la India o las táriqas Alawiya, Darqawiyah, Harraquiyah, Tijania y muchas otras en África, órdenes que hoy siguen plenamente integradas en las sociedades musulmanas donde surgieron hace varios siglos.

 

Estas órdenes sufíes jugaron un papel importante y decisivo en la descolonización de muchos países musulmanes y contra gobiernos tiranos, (Marruecos, Argelia, Asia Central, etc.).

En Europa, las ideas sufíes influyeron en la Caballería, en San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Fray Luis de León, Raimundo Lulio, Tomás Moro, etcétera. Roger Bacon y San Francisco de Asís, entre otros, fueron a aprender a la Córdoba califal, ya que era el foco de conocimiento más avanzado y luminoso de su época.

 

Es necesario el esclarecimiento y la comprensión de lo que es el Islam y el Sufismo en el mundo. Islam y Sufismo no son antagonistas de Occidente.

 

La espiritualidad en la vida cotidiana

El Sufismo es una vía espiritual para la vida cotidiana. En el viaje hay un Buscador, un Camino y un Buscado (Allah) Es el viaje del héroe en busca del conocimiento de sí mismo, del mundo y de Dios (Fuente, Esencia, Allah, como se quiera llamar a lo Innombrable). Se basa en unos fundamentos sólidos, clarificadores y fáciles de llevar a cabo.

Se dice en el Sufismo que el hombre está dormido y, cuando muere, despierta. Está dormido por haber olvidado su origen numinoso y despierta cuando toma plena conciencia del fin para el que ha sido creado y, a partir de ese momento, vive plenamente sometido a su Señor. El Sufismo es mantener presente el recuerdo de Allah en nuestra vida cotidiana. Es contemplar la creación de Allah y Sus Atributos en todo lo creado.

 

Origen del Sufismo

La espiritualidad ha recibido diferentes nombres según el vehículo que la ha transportado, aunque siempre haya sido el mismo Manantial para todos ellos.

La ciencia del Sufismo tiene sus raíces en la Comunidad de Medinah al-Munawara, en la Meca, en el Corán, en el hadiz (dichos del profeta) y en la vida del Profeta Muhammad (s.a.w.s)

El término Sufismo es obviamente occidental; este vocablo fue acuñado en el siglo XIX y se utilizó para designar a quienes siguen el camino de los sufíes: Tasawwuf o bien Sufya.

Parece ser que el término Tasawwuf no empezó a utilizarse hasta la segunda o tercera generación del Islam (siglo VIII).

 

Acerca del origen y significado de la palabra original sufí hay diversas opiniones: tiene que ver con los que visten de lana, la gente de la Verdad, los gnósticos, la gente del saboreo (por ser el Sufismo un camino experiencial), la gente de la noche (por dedicarse en la soledad de la noche al recuerdo de Allah), los compañeros del banco, Ahlu-s-sufa, que eran de la época de Muhammad (s.a.w.s), muerto en el 632, se llaman a sí mismos fuqará ‘pobres’, singular de faqir, derviche en persa. También se les conocía con el nombre de la orden sufí a la que pertenecían: los shadilies, los qadiries, etc.

 

En el comienzo del Islam, el Sufismo era una realidad sin nombre. El Profeta (s.a.w.s) y sus compañeros tenían enfocadas sus vidas a mejorar el carácter, aniquilar todo aquello que les apartaba del camino de la Verdad y a encontrarse con Allah a través de Su recuerdo en la vida cotidiana. En el siglo VIII se comienza a hablar de un conjunto de métodos y prácticas sufíes, cuyo sistema tiene su origen en el Islam, en el Corán y en los dichos del Profeta (s.a.w.s).

 

El Sufismo no es una herejía o secta dentro del Islam, como tampoco es anterior al mismo, ni tiene su origen en fuentes iraníes, hindúes, neoplatónicas o cristianas; ni tampoco es una aportación “persa” a una civilización rudimentaria de los árabes.

 

Ninguna tradición ni forma filosófica de vida está libre de influencias; sin embargo, los elementos comunes a todas ellas son debidos mayormente a la universalidad de la vía espiritual. Las modernas investigaciones han afirmado que la influencia externa que recibió el Sufismo no fue significativa. Sobre el contacto con el cristianismo, la obra más conocida que estudia esta influencia es el libro, ya clásico, del arabista Asín Palacios El Islam cristianizado. Su alumna, Luce López-Baralt, está, asimismo, preparando un libro sobre la influencia islámica y sufí en el Cristianismo, El Cristianismo islamizado, en el que detalla su propia investigación sobre las huellas del Islam en la literatura española y en los místicos europeos.

 

Lo importante a señalar en un sistema espiritual son sus elementos originales y singularidad. Podemos decir que el Sufismo es claramente islámico, ya que, cuando se hace dhikr por musulmanes y no musulmanes, la lengua empleada es el árabe, y porque el simbolismo, las metáforas, las alegorías y los ejemplos que utilizan están tomados de la exégesis del Corán y de la Tradición Profética.

 

Qué es el Sufismo

El Sufismo es el viaje del buscador hacia Allah. En ese viaje el sufi tiene que domesticar a su nafs, ego o personalidad. Metafóricamente hablando podríamos decir que el ego es el caballo y el jinete es el espíritu (ruh). El nafs debe su existencia a su capacidad de percepción de cinco sentidos. También es capaz de razonar, discernir, etc.

 

El objetivo del nafs es ponerse al servicio del corazón y del espíritu. Hay que educarle y domesticarle. A este potro salvaje, o cabalgadura en donde cabalga el ruh, hay que llevarle bien de las riendas.

Este tránsito consiste en reconocer que la ciencia y la acción son igualmente necesarias, ya que un conocimiento que no se pone en práctica es locura. Es la experiencia que nos da la acción la que cuenta. Es vía de saboreo, de experiencia inmediata, de contemplar las cosas tal como son y vivirlas y sentirlas con los cinco sentidos, especialmente, con el órgano del corazón (el “sexto sentido”); porque es la intuición del corazón la que nos proporciona el saboreo de los estados espirituales, en plena consciencia de lo verdadero.

 

El Sufismo es una vía personal y social, en donde el ego o personalidad se purifica de sus defectos.

El sufí es aquella persona que ha alcanzado la meta del camino espiritual: la santidad; es decir, la proximidad y la amistad con el Gran Amigo y Amado, Allah. Los demás, son buscadores y aspirantes en el Camino.

 

Al que sigue esta vía se le llama pobre (faquir), porque la “pobreza” en la vida espiritual es un estado imprescindible y necesario para llegar a ser santo o wali. La naturaleza de esta “pobreza” no es material. La mayor pobreza es el miedo a ser pobres en cualquier sentido. Nosotros somos pobres y Allah es el que todo lo posee. Si reconocemos que somos dependientes de Él y aceptamos Su decreto, entonces alcanzaremos la paz.

 

Órdenes sufíes (táriqas)

La traducción de la palabra tariqah es orden cofradía o camino sufí, literalmente significa camino estrecho de montaña, sendero difícil y peligroso. Es un sendero que va desde el exterior al interior. Las órdenes sufíes van surgiendo en el mundo islámico entre los siglos X y XIII. Los grandes maestros forman discípulos y escriben importantes tratados sobre la Realidad y la forma de conseguir el conocimiento espiritual que permite el acercamiento y la comprensión de esta Realidad. Así, se va formando una “cadena” de transmisión de la tradición espiritual desde un maestro vivo a un discípulo presente, en la que no sólo se transmite conocimiento, sino algo más sutil y del dominio del corazón, la barakah, la bendición, la misericordia divina, que actúa como agua vivificadora. El maestro (Shayj) toma al buscador de la mano llevándole a su destino, es decir, a la perfección de sí mismo en la vida cotidiana y al encuentro con Allah. A esta cadena se le llama silsilah o isnad y es una lista de nombres de maestros (Shuyujs) que se remonta a través de los siglos hasta el Profeta Muhammad (s.a.w.s) y su yerno Áli. Las tariqas llevan el nombre del santo maestro. Por ejemplo, la Orden Qadiriyah, por su fundador Abd Al-Qadir Al-Yilani, muerto en el 1166. La Orden Shadiliyah, fundada por el marroquí Abdu Al-Hasan ash-Shadili, muerto en el 1258. La Orden Mevleví, derviches giróvagos, cuyo fundador fue Mawlana Yalaluddín Rumi, muerto en el 1273. La Orden Naqshbandiyah, fundada por Bahauddín al-Naqshband, de Bujara, muerto en el 1390.

 

Las órdenes sufíes están asentadas firmemente por todo el mundo y, aunque han sido perseguidas, rechazadas y deformadas en sus fundamentos por el colonialismo y no aceptadas por el wahabismo, siguen aún vivas y clarificadas en sus principios. La importancia que tienen las órdenes sufíes en estos tiempos de cientos de formas de espiritualidad, se debe a que de ellas se puede obtener un conocimiento vivificador y unas prácticas sencillas y poderosas para alcanzar el objetivo: el conocimiento de uno mismo, del mundo y de Allah. Si apartamos los velos que nos ocultan de la realidad (estereotipos, prejuicios, etc.) y seremos capaces de conocer la verdad histórica del Sufismo y sus fundamentos, abriendo una vía de solución para nuestras vidas y la crisis mundial.

 

Algunos de los primeros sufíes

Desde principios del siglo VIII al X aparecieron las primeras figuras antecesoras del Sufismo como Hasan al-Basri (709-728) y Rabi´a al- Ádawiya de Basora (Irak) (713?-801), ésta última escribió un que expresa la profundidad de su corazón: “¡Oh mi Señor¡, si Te adoro por miedo del Infierno, quémame en el Infierno, y si te adoro por la esperanza del Paraíso, exclúyeme de él, pero, si te adoro por Ti mismo, no me apartes de Tu belleza eterna” (Santa Teresa de Jesús se inspiró en este poema para escribir algo parecido). Otros sufíes como Dhun Nun (murió en 859), Al-Bastami (874), Iman Yunayd (910), al-Hallay (858-922), Abdul Qadir Al-Yilani (1166), el murciano Ibn ‘Arabi (1165-1240), Rumi (1273) y Abul Hasan al-Shadilí (1258), fundador de la tariqa occidental shadiliyah, etc.

 

Estos representantes del linaje del Sufismo estudiaron la ciencia del nafs (ìlm an-nafs), es decir, el conocimiento de cómo se comporta el nafs, personalidad o carácter; describiendo grados o estados del mismo, según se va domesticando y sometiendo al corazón. Saborearon las ciencias de los estados espirituales y las compilaron y sistematizaron en un cuerpo teórico llamado Tasawwuf (Sufismo). Estudiaron la alquimia interior, la ciencia de las moradas o estados espirituales, las ciencias de lo Invisible, el amor por Allah y la absorción en Él, como la suprema meta del hombre.

 

Métodos, técnicas y prácticas sufíes.

Desde los primeros tiempos los maestros sufíes elaboraron y transmitieron la “ciencia de los estados espirituales”, una “psicología” de la espiritualidad, consistente en la puesta en práctica de ese conocimiento, el cual no puede transmitirse mediante libros, sino mediante una transmisión directa. El buscador recorre el camino en la observación de sí mismo, conociendo los estados y las moradas por donde pasa.

 

Todas las órdenes sufíes tienen en común la práctica del Islam y el “recuerdo de Allah” (dhikr), el hábito de estar en compañía de los hermanos sufíes, la cortesía o adab para con los compañeros y con el maestro Shayj.

 

El dhikr es una recitación continuada de los nombres de Allah u otras formas para recordarLe, en voz alta o en silencio. El dhikr puede ir acompañado de movimiento y de la respiración, puede hacerse individual o en grupo. Las reuniones de dhikr están acompañadas en algunas tariqas por instrumentos de percusión y de la recitación de poemas (wird) de santos sabios (walis) o recitación del Corán. El Shayj y el dhikr tienen la capacidad para despertar al buscador del sueño de la ignorancia. Hay otras prácticas entre las órdenes sufíes que no son comunes, tales como el canto sama´ de amor por Allah, por Su creación y por el Profeta (s.a.w.s) y el círculo sufi de hiperventilación hadrah cuyo significado es Presencia, la Presencia de Allah en el que se repite el nombre de Allah el Viviente, esta práctica fue desarrollada por un sufí del siglo XII, el Shayj Abdel Qadir al-Yilani.

 

El giro derviche fue ideado por Rumi en Konia. Su aprendizaje dura un tiempo largo, porque durante ese tiempo se recibe la transmisión del conocimiento de una técnica y barakah. La técnica consiste en girar sobre el pie izquierdo, que hace de eje y centro del cuerpo. El giro se realiza hacia la izquierda (sentido levógiro, como en las vueltas a la Caaba en Meca), simbolizando la domesticación del ego y el viaje de retorno hacia Allah. Durante el giro se repiten los nombres de Allah.

 

En algunas órdenes se emplea el análisis simbólico de los sueños y se considera que hay dos tipos de sueños: los producidos por la actividad mental y aquellos que son del mundo de lo Invisible. También son usados los relatos de cuentos por sus metáforas y consejos.

 
 

 
 
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Carlos Velasco Montes · Psicólogo Colegiado M-15178. Universidad Complutense

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