PSICOTERAPIA
INTEGRATIVA Y TRANSPERSONAL
 
 
 
 
 

Viaje de conocimiento chamánico a la naturaleza (II)

del Real Jardín Botánico, Madrid. Por Carlos Velasco Montes. Psicólogo

 
         
 

 

   

El Jardín Botánico es un microespacio de la Naturaleza. Todo lo que en él se contiene está plagado de signos y de símbolos. Si miramos a nuestro alrededor, podremos contemplar los secretos de la Creación. Somos la naturaleza de nuestros sentidos, la de nuestros estados psicoemocionales y la de nuestros estados del espíritu.

Somos tierra, humus. Como cuerpos físicos que somos, andamos en nuestra vida cotidiana transportando un puñado de tierra. El globo está imantado, como también lo están todas nuestras células. El cuerpo huele a tierra húmeda, a fermentos, a humus. Somos una verticalidad entre la Tierra y el Cielo. La Tierra es nuestra Gran Madre (en términos psicochamánicos), el Cielo es el Originador del Universo (la Fuente). Del Cielo descendemos a la Tierra y, al morir, nuestro espíritu asciende al Cielo y nuestro cuerpo es enterrado en la tierra.

Representamos la polaridad densidad-sutileza. Todo en la Creación está regido por grados jerárquicos, desde lo más denso a lo más sutil: mineral, vegetal, animal, hombre, energía angélica, etc. También nuestra naturaleza interior puede variar desde lo más denso las armaduras del falso yo, a lo más sutil el Yo verdadero o espíritu. Nuestro ego es de naturaleza fuego, mientras que la del espíritu es de naturaleza luminosa.

La semilla de las plantas lleva el germen de la vida, que transmite de generación en generación. En su código genético contiene el potencial y la posibilidad de llegar a ser un árbol o un junco, por ejemplo. También nosotros estamos simbolizados en la semilla en la medida en que tenemos que desarrollar nuestras potencialidades y llegar a ser lo que la Fuente ha sembrado en nuestro corazón.

La necesidad de situarnos. Así como existen los cuatro puntos cardinales, norte, sur, este, oeste y, además, abajo y arriba, los cuales nos permiten situarnos en el espacio y el tiempo, también internamente necesitamos situarnos, orientarnos o equilibrarnos hacia una guía que nos conduzca hacia la Fuente.

El sendero por donde transitamos en nuestra vida está simbolizado por los senderos o caminos que nos encontramos en el Jardín Botánico. Hay muchos senderos, pero sólo uno es el Sendero Verdadero, como se expresa en Las Enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada. Sólo hay un sendero que conduce a la salida. Es propicio seguir un sendero útil, fácil y protegido que nos guíe al encuentro con nuestro espíritu y con la Fuente.

El jardinero simboliza al psicólogo, al chamán, al terapeuta, al psicólogo, etc. Si el jardinero saber cuidar las plantas del jardín, el guía saber guiar los corazones de las gentes. En ciertos momentos de nuestra vida necesitamos a un buen jardinero que nos cuide y nos haga florecer como los mejores rosales del jardín.

La simbología de la fuente y del manantial nos remite a nuestros orígenes, a la práctica del eterno retorno hacia uno mismo. Es, en última instancia, el recuerdo de la Fuente o las Emanaciones del Águila lo que nos inquieta y nos incita a emprender el viaje de regreso como guerreros de las sombras y alcanzar el Poder del Nagual. El agua purifica las impurezas y apaga el fuego de las pasiones. En el Jardín hay una docena de fuentes. En las casas de salud del Al-Andalus (Península Ibérica), entre los siglos XI y XII, el sonido del agua, junto con la recitación de textos sagrados y la música instrumental, era un elemento de un gran valor terapéutico para las personas que habían perdido la relación con su espíritu y la del Amigo y Amado.

Clima y carácter. Los tres temperamentos en el hombre y lo tres climas del invernadero del Jardín Botánico de Madrid. El nuevo invernadero tiene tres espacios, tres climas. El primero contiene las plantas del desierto, las cuales corresponden al temperamento del hombre cálido y seco. El segundo clima, el de las plantas subtropicales, corresponde al temperamento húmedo y seco. El tercer clima, el de las plantas tropicales, corresponde al temperamento húmedo y cálido.

Hay plantas que en su constitución son más agua, otras son más tierra, otras más aire y otras más fuego. Cada persona, en lo psicológico y emocional, es más de carácter agua, tierra, aire o fuego.

En cuanto al espacio, unas son más aéreas y otras más rastreras. Esto lo podemos aplicar al hombre en cuanto a la necesidad de tener un equilibrio entre el Cielo y la Tierra. Si tiene demasiado cielo, se quema; si demasiada tierra, redunda en la mundanidad. Debemos estar bien asentados en la tierra para poder contemplar el cielo. Lo esencial es transcender los opuestos para ser absorbidos en la Fuerza que origina la Creación.

Recordando lo anterior, podemos ver la relación tan íntima que tenemos con las plantas. Por eso, entablar un diálogo con ellas es rescatar lo natural-instintual para llegar al corazón.

Plantas que nos llaman la atención. Aunque cada planta tiene un secreto que espera pacientemente ser desvelado por el hombre, hay en el Jardín Botánico algunas que nos llaman más la atención: la mimosa púdica y el árbol del café (segundo espacio en el invernadero) o el árbol alcanforero (entrando en el Jardín Botánico a la izquierda). La mimosa púdica se llama así porque al tocarla repliega sus hojas para protegerse; es un regalo. (Tened cuidado con ella y no la maltratéis, es la única del Jardín Botánico). Se asemeja a aquellas personas que, siendo muy sensibles, se protegen de sus sentimientos cuando son atacadas; de lo contrario, morirían.

 

 

 
 
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Carlos Velasco Montes · Psicólogo Colegiado M-15178. Universidad Complutense

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