PSICOTERAPIA
INTEGRATIVA Y TRANSPERSONAL
 
 
 
 
 

Viaje de conocimiento chamánico a la naturaleza

del Real Jardín Botánico, Madrid. Por Carlos Velasco Montes. Psicólogo

 
         
 

 

   

Es un viaje para desvelar lo que oculta la naturaleza de un jardín. Es un recorrido con una visión psicochamánica por el mundo de la metáfora, los signos, los símbolos, los arquetipos, la forma y el color; para facilitar la comprensión del lado oscuro y luminoso de cada uno y lograr la apertura a otras realidades. En este artículo desvelaré algunos símbolos del lugar de este espacio del Real Jardín Botánico.

 

En el chamanismo, la Naturaleza juega un papel muy importante, ya que contiene las fuerzas de las que nos hemos nutrido. Al mismo tiempo, se nutre también de nuestros cuerpos. Nuestra mirada debe ser de respeto y consideración por la Naturaleza exterior y nuestra naturaleza interior. Nos hemos desgajado de ellas. Invocarlas es llamar a nuestra propia naturaleza interior y regresar al origen. Si nos abrimos a los signos de la Naturaleza, podremos ver con los ojos de la intuición y del corazón otras realidades aparte.

 

Dar un paseo por la naturaleza con la mirada del conocimiento por el Real Jardín Botánica es regalarse un tiempo de disfrute y nutrirse de sabiduría. En lo metafórico, es desplegar nuestro jardín interior y contemplar sus espacios, los sombríos y los luminosos. Somos el jardinero de nuestro jardín amurallado de la verdad, el cual debemos vigilar y cuidar en todo momento para que no se eche a perder.

 

Este paseo de conocimiento hay que hacerlo con intención, atención y acecho; desde el cuerpo, los sentidos y el corazón. La consciencia en la respiración facilitará el estado de apertura de la visión interior.

 

Si contemplamos ese jardín, o cualquier otro espacio de la Naturaleza, podremos apreciar que el reino vegetal hiende sus raíces en la tierra buscando asentamiento, sostén y alimento. Del mismo modo, el hombre también tiene que asentar sus raíces en la realidad en su vida cotidiana, nutriéndose de lo real, porque sólo así, podrá crecer, florecer y entregar su fruto.

 

Así como las plantas buscan la luz para lograr el proceso de fotosíntesis, también el hombre necesita la luz solar, puesto que es fuego y, al mismo tiempo, su corazón intuitivo simboliza la Luz. En última instancia, el ser humano siente nostalgia de la Luz (el Don del Águila)

Si los vegetales contienen agua, también el hombre es tres cuartas partes de agua, para no olvidar su procedencia del mar.

 

Por último, lo que el hombre comparte con la vegetación es el aliento o prana (en Sufismo: El Aliento del Misericordioso, Nafas ar-Rahmani) con que todo ha sido creado.


La costumbre de hablar con las plantas, especialmente con los árboles, ha sido una práctica muy común en el hombre de conocimiento y poder. Se les puede cantar y dialogar, en especial en forma de canto o diálogo primal, porque facilita la conexión con el corazón. El chamán don Juan le sugiere a su aprendiz Carlos Castaneda, que converse en alta voz con las plantas.

 

El mapa y el territorio. El Jardín Botánico está diseñado en terrazas siguiendo un orden armonioso. Un mapa, una carta de navegación, ofrece un diseño del territorio. Los mapas son imprescindibles para el conocimiento del viajero. Como pilotos y timoneles, necesitamos de unas cartas de navegación que marquen con precisión el territorio psicoespiritual por donde transitamos y describan nuestra búsqueda del conocimiento, para que podamos llegar a buen puerto sorteando todo tipo de “Mares de los Sargazos”. Es hacerse con un rumbo bien trazado en nuestro cuarto de derrota, una brújula para no desorientarnos y un puerto al que dirigirnos, es decir al puerto del Don del Águila o Fuente.

 

El árbol, que antes era semilla, simboliza al hombre, el eje del mundo, el Árbol del Conocimiento. Así como sus raíces enraízan en la tierra, también el ser humano tiene que enraizar en la realidad. Su tronco es un interespacio entre la Tierra y el Cielo, del mismo modo que el hombre es un puente entre el mundo de lo conocido y lo desconocido. La copa con sus flores y frutos es la culminación del árbol; también el hombre tiene que hacer una alquimia de su personalidad, cultivar un carácter noble, florecer y dar sus frutos con acciones correctas y útiles para él y para la humanidad.

 

Los cactus son las plantas que más agua contienen en su interior.

Se manifiestan en su exterior con púas, para no ser devorados y poder sobrevivir. Su existencia depende de la rudeza de la protección de su exterior, pero en su interior, todo es dulzura.

Del agua retenida en su interior, surge la decantación en forma de flor, mostrando el secreto de su esencia, la belleza surge del interior. Si aplicamos esta polaridad duro-tierno al ser humano, nos daremos cuenta de que externamente tenemos nuestras corazas y espinas para protegernos del mundo desbastador, pero el interior alberga el líquido del corazón; cuando da su fruto, aparece la flor del conocimiento y la ternura del ser. El cuerpo es el envoltorio, el corazón es el contenedor y lo que contiene el cáliz de la flor es el espíritu.

 

Los lithos son plantas crasas que habitan en el desierto de Namibia. Su forma y color se asemeja a los cantos. La sabiduría de la Naturaleza les ha dotado de este camuflaje para poder sobrevivir. Podríamos decir que simbolizan en el hombre el arte de cambiar de estados para adaptarse a todo tipo de situaciones, no solamente para sobrevivir, sino para vivir mejor. Esto significa flexibilidad, seguridad, estado de abierto y sabiduría suficiente como para habitar en un medio hostil y con un mínimo de recursos. Hay un dicho sufi que dice: “el hombre de conocimiento es aquel que es como una hormiga negra, sobre una piedra negra, en una noche oscura”, al haberse despojado de la pretensión, del orgullo y de la importancia personal, ha podido unificarse con la Naturaleza. Los lithos se mimetizan con el medio y pasan desapercibidos.

 

Lugares de poder son muy a tener en cuenta en el chamanismo. En el Jardín Botánico podemos encontrar varios lugares. Hay un espacio muy especial, entrando al fondo a la izquierda. Es un espacio frondoso formado por un pequeño círculo en cuyo centro se encuentra una estatua con soporte cuadrado. En el círculo hay cinco tilos, la estrella de cinco puntas que simboliza al hombre (cabeza, brazos y piernas). La sombra, el silencio, la humedad y las propiedades relajantes de los tilos crean una atmósfera de serenidad, sosiego y de poder. Un lugar que acoge e imanta al visitante, le llena de energía y lo vitaliza. La entrada y salida a este espacio de poder es un viaje ritual al interior del ser de cada uno. El artífice jardinero sabía lo que estaba creando en el corazón de un Madrid de asfalto.

 

Hay otros espacios de poder. Uno de ellos se encuentra en el interior del antiguo invernadero. Es un pequeño estanque de agua cuya contemplación nos puede llevar a ensoñar otros mundos. Hacer Canto Primal junto a él nos facilita la apertura de la consciencia.

 

Viaje de conocimiento chamánico a la naturaleza (II)

 
 

 
 
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Carlos Velasco Montes · Psicólogo Colegiado M-15178. Universidad Complutense

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